Comencé
preguntándoles a los estudiantes de 905 si recordaban el tema de la
intervención anterior, y ellos de forma muy ordenada dieron sus
respuestas. Dijeron que habíamos
aprendido que escuchar activamente es importante porque nos permite conocer
el mundo, que debemos estar atentos a lo que existe a nuestro alrededor, y no
sólo oír, sino intentar afianzar nuestro sentido de escuchar. Posterior a esta participación primaria,
les indiqué que ya que habíamos trabajado la escucha activa como forma de
comunicación, seguiríamos trabajando la comunicación más allá de la
verbalidad, y les propuse la primera actividad, que consistió en analizar primero de forma literal (descriptiva), y posteriormente de manera más simbólica imágenes previamente elegidas del
artista (caricaturista) argentino Tute.
Cuando les mostraba una nueva caricatura, les preguntaba qué veían, y
ellos describían cada elemento que observaban. Luego les preguntaba qué entendían, y los
estudiantes comenzaban a dar las distintas interpretaciones que se le podían
atribuir al dibujo. Comenzamos
analizando imágenes sin texto y completamente acromáticas, luego vimos imágenes
acromáticas con un globo de texto, posteriormente imágenes a color sin texto
y finalmente, imágenes coloridas con globo de texto. Ante cada mínimo cambio, yo les preguntaba
cuál era la diferencia entre la imagen anterior y la actual, más allá del
mensaje que pudiera transmitir, haciendo énfasis en que los elementos
visuales de la imagen (puntos, líneas, planos, repeticiones, colores, etc.),
también eran parte importante de la información entregada por el artista, y
eran susceptibles de interpretación por parte del receptor (observador).
El ejercicio
fue exitoso, y la participación de los estudiantes alta, aunque como es
costumbre en cualquier grupo, siempre hay una minoría que tiende a dar más fácilmente
su opinión. De todas maneras, les pedí
que confiaran en que nos encontrábamos en un espacio seguro, en el que podían
expresarse con libertad, porque todos sin excepción éramos iguales y teníamos
la misma capacidad.
Al terminar
con todas las imágenes, les propuse el segundo momento de la intervención,
que consistía en que, a partir de una de las caricaturas, consolidaran una
historieta en donde se mostrara la secuencia de hechos que podían servirle de
antesala o de desenlace. Como estaban
sentados en mesas grandes, les dije que trabajarían en 6 grupos sin número de
participantes en concreto, les hice entrega de una hoja doble carta y les
indiqué que todo el grupo debía aportar ideas, y que debían trabajar como un
sistema altamente funcional, en donde todos debían estar de acuerdo para
poder construir la historieta, de manera que cada quien aportara algo. Mientras los estudiantes se expresaban gráficamente,
yo me dediqué a recorrer los grupos, preguntándoles si ya habían decidido cuál
era la secuencia de hechos, y quién iba a ser responsable de qué. Pasados unos 15 minutos (el tiempo total
asignado fue de 30 minutos), noté que, en algunos grupos, ciertos estudiantes
parecían inconformes con el ejercicio, porque no estaban de acuerdo con lo que
los otros integrantes de su grupo decían o hacían. Ante esta situación, yo les recordaba la
importancia de estar abiertos a opiniones diferentes a las nuestras, pues
esto siempre enriquecía los procesos, y les reiteraba que trabajar en equipo
(habilidad blanda) implica incorporar los aportes de los demás, estableciendo
relaciones de intercambio y valoración de las opiniones y contribuciones del
otro. Ante esta acción, los
estudiantes intentaban modificar su comportamiento (al menos durante el
ejercicio).
Cuando estuvo
próximo a terminar el tiempo, comencé a indicarles que debían entre todos
elegir un título para su secuencia de hechos, y de manera prácticamente
inmediata, cada grupo comenzó a lanzar ideas de las múltiples posibilidades
que se les ocurrían. Finalizados los
30 minutos de elaboración gráfica, les solicité estar atentos a la exposición
de los demás grupos. Les pedí que
asignaran un representante que diera cuenta ante los demás de sus resultados
como grupo. Las historias fueron muy
interesantes, pero lo que más valoré y recalqué, fue que no tuvieron que
mediar palabras para que las secuencias de hechos fueran coherentes,
entendibles y ampliamente interpretables.
Me parece que este ejercicio les gustó mucho, se notó su interés en
hacerlo bien, y el esfuerzo que hicieron por ponerse de acuerdo en poco
tiempo para llevar a buen término la actividad.
Durante el
tercer momento abrimos el espacio (corrimos sillas y mesas). Les pregunté para qué creían que servía la
música en las películas, y concluyeron que sirve para reforzar las emociones de
los actores en las diferentes escenas.
Les dije que la vida es como una película, en términos de que como
seres humanos estamos llenos de emotividades que brotan constantemente, y les
propuse que en un círculo dónde todos pudiéramos vernos de frente, debíamos
reaccionar a una canción elegida previamente y que hace parte de la
musicalización de la banda sonora de una película. Les dije que para romper el hielo, iba a
comenzar yo, pero que inmediatamente todos fungieran como espejos de mi acción
o mi expresión (que debía ser exagerada), siguiendo el recorrido de las
manecillas del reloj, la persona junto a mi debía igualmente expresarse (en
acciones o muecas) de acuerdo al sonido de la música. Este ejercicio fue interesante, pero no por
sus buenos resultados, pues, a lo largo de la actividad, los muchachos y muchachas
estuvieron bastante cohibidos. Les
recordé que eran un grupo, que habían estado años juntos, y que la vergüenza en
la vida con respecto a las propias emociones, impediría que fueran capaces de
expresarse libremente. Ante su reacia
participación (muchos indicaban con las manos y los gestos que sentían vergüenza
de hacer alguna mueca), comencé a incitarlos a que replicaran el primer
movimiento que el otro hacía, esto suscitó risas, y muchas, pero pudimos
terminar la canción prácticamente sin contratiempos. Cuando se hizo el silencio nuevamente, y
estándo despiertos luego de la emoción y la pena, reflexionamos en torno a lo
que habíamos hecho durante la sesión, y ellos mismos en muchas ocasiones
resaltaron la importancia de no aparentar por vergüenza, de la relevancia de
ser capaces de demostrar los sentimientos, e hicieron énfasis en que existen
otras maneras de comunicar los pensamientos y las ideas, y que van mucho más
allá de las palabras.
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