domingo, 17 de enero de 2021

Mi vida con mi mascota: epilepsia canina

Cuando adoptas a una mascota, especialmente cuando se trata de un perro, esperas recibir amor y experimentar eventos que te hagan liberar hormonas de la felicidad.  Lo que definitivamente nunca esperas, es tener que enfrentar patologías que desde nuestra ignorancia, parecen pertenecer sólo a la cuantiosa cosecha de enfermedades humanas... pero pasa, y segun dicen los que saben, pasa más continuamente de lo que creemos.

Hace ya casi 4 años, una compañera de la universidad me envió vía WhatsApp una fotografía.  Esta imagen (que debo decir, era un tanto borrosa), mostraba a un cachorro monocromático y pequeñito, que se encontraba de pie sobre unas cobijas.  Tenía orejas diminutas y ojos grandes.  Yo que siempre he sido una persona de perros, sonreí inmediatamente al ver la foto.  No porque el perrito fuera lindo en sus inicios (pues he de confesar que pensé que parecía un ratón), sino por el simple hecho de ser un cachorro.  La foto venia acompañada de un texto en el que se informaba que alguien, una mujer, le estaba buscando casa.  Yo no lo medité.  En un arranque reactivo, tecleé: YO LO ADOPTO.  Esa frase sello mi relación con Fito, mi perrito.

Esta decisión arrebatada me ha traído felicidad, sin lugar a dudas, pero hoy me encuentro frente a un diagnóstico que estoy segura, ningún propietario de mascotas desea escuchar jamás.  Fito padece de EPILEPSIA IDIOPÁTICA, que palabras  más, palabras menos es una condición neurológica caracterizada por convulsiones recurrentes y cuyo origen se desconoce.  Una horrible enfermedad que no se cura, sólo puede manejarse (esto, si se elige adecuadamente el tratamiento indicado).
Ahora mismo, a pocos 4 meses de haber sido diagnosticado, no hemos logrado encontrar el tratamiento adecuado para disminuir la frecuencia de las convulsiones a un número aceptable, lo que me preocupa bastante, y la razón fundamental por la que me encuentro hoy escribiendo este texto, pues deseo contar mi historia como una forma de catarsis, desahogandome así, de esta maraña emocional que se ha estado formando profundamente en mi, pues, aun si quisiera, no puedo negar que la vida de Fito y todo lo que le ocurra está directamente ligado con mi propia existencia, porque es definitivo, siendo un perro, se ha convertido en mi mejor amigo.  Ya hace 9 años un golden retriver me salvó e la soledad y hoy por hoy, Fito es una parte fundamental de mi felicidad.
Estoy convencida (por si para alguien es difícil entender mi predicamento), que como SERES SINTIENTES todos los animales sin excepción merecen la oportunidad de ser atendidos y de que les brindemos dentro de nuestras posibilidades individuales, la mejor opción de vida posible, para que todos sus días sean dignos de ser vividos.

Aquí comienza mi vida con mi mascota: epilepsia canina.

viernes, 5 de octubre de 2018

Diario_de_Campo_INT07_Noveno

FORMATO DE REGISTRO DE DIARIO DE OBSERVACIÓN
Observación No: 07
Tema proyecto: comunicación, habilidades blandas
Nombre del(a) observador(a): María Alejandra Acosta
Fecha de registro de observación: 27/09/2018
Hora de inicio: 12:40 pm
Hora de finalización: 2:20 pm
Lugar donde ocurrió la situación:  IED CAH – aula grado 905
Lo primero que hicimos durante esta sesión, fue hacer un pequeño recordatorio en torno a las habilidades blandas que se han trabajado, y se estableció cuál es la relación existente entre ellas.  En principio, les solicité a los estudiantes que nombraran las habilidades blandas que recordaban y que ya habíamos aprendido, y gratamente me di cuenta de que en realidad sí han estado atentos a lo que se ha dicho durante las intervenciones grupales, pues de forma muy acertada, los estudiantes enumeraron la lista de habilidades que hemos nombrado en oportunidades anteriores: comunicación asertiva, empatía, gestión de conflictos y trabajo en equipo.  Sin embargo, además de las habilidades ya conocidas, comencé a introducir los términos que definen otras habilidades que también son blandas, pero que atienden a un nivel más cognitivo y emocional, estas son: autoconciencia emocional, autoevaluación, adaptabilidad, autoconfianza, autocontrol emocional y finalmente, resiliencia.  Con estas habilidades completas se cierra el círculo de intervenciones cuyo fin es fortalecerlas.  Anoté las palabras en el tablero, y comencé a indagar en tanto a qué consideraban los estudiantes que relacionaba a cada término con los demás.  Al inicio, posiblemente por la falta de conocimiento al respecto de las definiciones exactas, los estudiantes no fueron muy participativos, pero en la medida en que fuimos avanzando en el tema, aportaron más y más cada vez.  De todas las palabras, noté que la que causaba más dificultad era la resiliencia, precisamente porque no es un término que los estudiantes escuchen a menudo en sus contextos.  Cuando les pregunté si sabían qué significaba el término, la mayoría negó con la cabeza; uno sólo levantó la mano. Me dijo que había escuchado la palabra resiliencia un año atrás, que la había utilizado otra practicante cuando en alguna oportunidad habían abordado el tema de la resolución de conflictos.  Sin embargo, no tenía ninguna claridad en tanto a qué significaba ser resiliente, por lo que decidí entregar a los estudiantes un significado de resiliencia que fuera claro y conciso, esto porque la actividad siguiente tenía como objetivo abordar la resiliencia.
La siguiente actividad era de creación grupal, pues se hizo énfasis en el trabajo en equipo que implica el intercambio y valoración de los aportes de todos los participantes.  En principio, enumeré a los estudiantes para poder separar los subgrupos que siempre se forman, de manera que estudiantes que generalmente no trabajan juntos, pudieran interactuar.  Inicialmente, esto no les gustó mucho a los estudiantes, pues la costumbre les dictaba continuar trabajando con aquellos a quienes ya conocían y con quienes se sentían cómodos, pero fue posible ubicarlos sin dificultad.
Cuando estuvieron formados los grupos, les di la indicación pertinente.  Les iba a entregar una cartulina iris por grupo; cada uno de ellos (de los grupos) debían construir a partir de la cartulina un sombrero de copa, debían hacer uso de todo el material, sin que quedaran sobrantes de papel.  Les di 20 minutos para realizar el ejercicio.
Noté que algunos grupos iniciaron con la creación de su sombrero inmediatamente después de que comencé a contar el tiempo; otros en cambio, se quedaban rezagados, esperando aparentemente que alguien del grupo tomara la iniciativa.  Cuando algún estudiante tomaba la vocería, los demás intentaban colaborar.  Sin embargo, en algunos grupos había estudiantes que no entregaban sus aportes, tal vez por pena, tal vez por no saber cómo aportar.  El desarrollo de la actividad bajo presión pareció funcionar bien, en términos de que todos los grupos cumplieron con al menos uno de los cometidos del ejercicio (construir el sombrero, o que no sobrara material). 
Cuando estuvieron construidos los sombreros, a cada grupo (de acuerdo al color del sombrero) se le asignó un “estado anímico” o un “estado mental”, esto con el fin de que se pudiera abordar la actividad siguiente. 
Los grupos quedaron así: sombrero rojo – emocional, sombrero amarillo – optimista, sombrero azul – apegado a la norma, sombrero verde – creativo, sombrero rosado realista y finalmente, el sombrero palo de rosa-negativo.
Se indicó a los estudiantes que cada sombrero iba a representar el ánimo del grupo en general, de manera que esa fuera la forma de responder en los diferentes casos que se iban a abordar.  La idea era la siguiente:  cada grupo debía resolver un caso en concordancia con su estado anímico.
Comencé a leer los casos a los estudiantes uno por vez, luego les daba 2 minutos para dialogar y construir una decisión con relación al relato.  Fue extraño darme cuenta de que, aunque los grupos no tenía contacto entre sí, muchas de las respuestas a la situación que entregaban, eran si no iguales, sí bastante similares.
Para los casos que se trataron, muchos de los estudiantes decidían (desde su sombrero) que lo mejor era huir de casa, matar a alguien, hacer cosas malas para castigar a la otra persona, etc.  Lo curioso es que, si bien es cierto que el sombrero era el que decidía el estado de ánimo o mental del grupo para resolver el caso, las respuestas podían ser mucho más creativas, pero, una vez más, el contexto en el que estos estudiantes viven es mucho más fuerte de lo que parece.

Reflexión:

Preguntas:


Notas:

Tiempo de observación: 1 hora y 40 minutos.

Diario_de_Campo_INT06_Noveno

FORMATO DE REGISTRO DE DIARIO DE OBSERVACIÓN
Observación No: 06
Tema proyecto: comunicación, habilidades blandas, hábitos de aprendizaje
Nombre del(a) observador(a): María Alejandra Acosta
Fecha de registro de observación: 31/08/2018
Hora de inicio: 12:40
Hora de finalización: 2:20
Lugar donde ocurrió la situación:  IED CAH - biblioteca
Organizados alrededor de la biblioteca, dimos inicio a la actividad observando el corto LOU de pixar.  Posterior a la observación del video, comenzamos a discutir de qué se trataba.  Los estudiantes hablaron del respeto en relación al corto animado, aunque el tema central del video es el acoso escolar (matoneo – bullying).  El corto representa a un niño que molesta a sus compañeros, agrediéndolos físicamente y despojándolos de sus pertenencias.  Sin embargo, un personaje creado a partir de las cosas perdidas, cobra vida y decide enseñarle una lección.  Al final del corto, el niño comprende que es mejor ser amable que huraño, y termina entablando buenas relaciones con sus compañeros.  La idea de presentar el video, era poder seguir explorando las habilidades blandas interpersonales, y algunas de carácter intrapersonal, como la conciencia emocional y el control de emociones.  Les propuse entonces crear una campaña publicitaria en torno al matoneo, más específicamente al planteamiento de una propuesta en contra del acoso escolar, representada en un afiche que posterior a su elaboración, debía ser expuesto y “vendido” a los demás.  Me agrada recordar que durante la ejecución de los carteles, se notó que el “trabajo en grupo” ha mejorado exponencialmente, pues los estudiantes ahora saben (y aplican), que trabajar en grupo implica escuchar todas las opiniones valorando los aportes, incorporándolos, y estableciendo relaciones de intercambio que de alguna manera enriquezcan el ejercicio.  En ese orden de ideas, los estudiantes conversaban y discutían las ideas que iban planteándose de a poco.  Noté que, en la mayoría de los grupos, tendían a dividirse el trabajo, de manera que cada quién tenía su propia labor.  Claramente, hubo grupos donde la comunicación no se dio de forma tan asertiva y tendían a trabajar por parejas, dejando de lado al resto de las personas.  Me pareció además muy interesante, el afán de aprobación que los estudiantes tienen, porque si bien el ejercicio era enteramente libre y se ajustaba a la creatividad de cada grupo (y participante), siempre que tenían una idea medianamente bien establecida, me llamaban para comentármela.  Yo siempre traté de hacer énfasis en que lo que ellos quisieran demostrar estaría bien, mientras aplicaran los conocimientos que han adquirido hasta hoy, a lo largo de las diferentes intervenciones.
Me causó impacto positivo notar que hay estudiantes dentro del grado que se desenvuelven bastante bien en público.  Es verdad que, al tratar de desarrollar el ejercicio, más que una campaña publicitaria, se dedicaron a informar al resto de sus compañeros las desventajas del matoneo, y la importancia de aceptarnos exactamente como somos, teniendo en cuenta que las diferencias entre las personas, hacen que la vida cobre mayor significado.  Una de las estudiantes resaltó que, si todos fuéramos iguales, la vida sería muy aburrida, y el grupo estuvo de acuerdo.
Es impactante el agrado con el que los estudiantes acatan ciertos ejercicios.  He notado en diversas oportunidades que existen ejercicios a lo que le prestan mayor atención y por extensión, imprimen mayor esfuerzo en su desarrollo.  El juego de roles, la construcción de historias, la elaboración de elementos gráficos, todos hacen parte de una serie de actividades que bien enfocadas, generar resultados bastante satisfactorios. 
Hubo un momento en específico que debo narrar aquí, aunque en realidad no tenga que ver con la intervención propiamente dicha.  Previo al inicio de la actividad, el estudiante al que generalmente le pido ayuda para que me colabore con la conexión de los aparatos tecnológicos que utilizo en la actividad, se me acercó y me preguntó: Profe, ¿qué haría usted si se encontrara una USB?, yo le respondí que dependiendo del contexto la devolvería o se la entregaría a alguien que pudiera regresarla a su dueño.  El estudiante entonces me preguntó nuevamente de forma más específica: pero, ¿qué haría si se encontrara una USB en una biblioteca, por ejemplo? (cabe resaltar que nos encontrábamos en la biblioteca del colegio), yo le respondí que se la entregaría al bibliotecario o bibliotecaria del lugar, entonces hizo un gesto de asentimiento y regresó a su lugar.  Al poco tiempo, la bibliotecaria me preguntó si habíamos encontrado una USB conectada a uno de los computadores, e hizo la aclaración: alguno de ustedes debió encontrarla, porque nadie más ha entrado aquí hoy.  Inmediatamente miré al estudiante y lo cuestioné al respecto de si esa era la razón de haberme preguntado por la memoria antes, y una vez más reiteré que debió entregársela a la bibliotecaria, lo que hizo inmediatamente después del incidente.
No estoy segura de sí este acontecimiento le dio o no una lección al estudiante, pero noté la vergüenza en su expresión tras ser vinculado con la pérdida del dispositivo… posiblemente hechos como el anteriormente narrado sean la razón de que, al hablar de habilidades blandas, los diferentes autores enfaticen en que las habilidades blandas no se aprenden, pues son intrínsecas, pero deben desarrollarse de manera informal, para que seamos capaces de funcionar adecuadamente dentro de la sociedad.

Reflexión:

Preguntas:

Notas:

Tiempo de observación: 1 hora y 40 minutos.

Diario_de_Campo_INT05_Noveno

FORMATO DE REGISTRO DE DIARIO DE OBSERVACIÓN
Observación No: 05
Tema proyecto: comunicación, habilidades blandas, hábitos de aprendizaje
Nombre del(a) observador(a): María Alejandra Acosta
Fecha de registro de observación: 31/08/2018
Hora de inicio: 12:40
Hora de finalización: 2:20
Lugar donde ocurrió la situación:  IED CAH – aula grado 905
El inicio de la actividad se vio un poco truncado, debido a que, pese a mi solicitud previa del espacio, el consejo directivo del colegio se reunió y ocupó la biblioteca.  Sin embargo, con los estudiantes decidimos que podíamos llevar a cabo la intervención.  Ciertamente no todas las herramientas necesarias estaban disponibles, pero nos “dimos mañas” para desarrollar el ejercicio satisfactoriamente.

Como ya es costumbre, comenzamos retomando los temas que se han tratado en las intervenciones hasta ahora ejecutadas.  Los estudiantes parecen tener bastante claridad ahora de lo que son las habilidades blandas, y de varias habilidades interpersonales, que para el caso son: trabajo en equipo, empatía, comunicación asertiva y gestión de conflictos.  Lo que me llama la atención de abordar la intervención iniciando con un recordatorio previo, es evidenciar que, en efecto, lo que se ha hecho hasta el momento (al menos a nivel de conceptos) sí ha dado frutos.  Es verdad que los estudiantes definen los términos a partir de su propia experiencia de vida, pero lo interesante es que tienden a mostrar exactamente el tipo de personas que son en todas y cada una de las propuestas de intervención.  Luego de reflexionar en torno a los saberes que han obtenido tras la ejecución del proyecto, comenzamos con la intervención 4.  El objetivo del primer momento era identificar los gestos de fotografías que seleccioné con anterioridad, y que los estudiantes pudieran determinar la emoción de cada una de ellas.  Me pareció sorpresivo que, si bien la mayoría de los estudiantes coincidían en la misma emoción, en algunas ocasiones ciertas imágenes les causaban confusión.  Terminamos definiendo las 6 emociones básicas del ser humano (alegría, tristeza, miedo, asco, sorpresa e ira), y a partir de allí abordamos la segunda actividad.
Para desarrollar el segundo momento le solicité a los estudiantes que conformaran grupos.  Ellos solícitamente lo hicieron, aunque los grupos no tenía el mismo número de integrantes.  Les dije a los estudiantes que debían construir una historia sin mediar palabras ni utilizar sonidos, únicamente podían gesticular y moverse por el espacio.  Les indiqué, además, que el tono emocional de cada historia, estaría dado por una canción en específico que le asigné a cada grupo.  Les di aproximadamente 20 minutos para diseñar la historia, mientras pasaba de vez en cuando por los grupos para que me contaran cómo iban con la invención de la historia.  Llegado el momento de la puesta en escena, las risas no se hicieron esperar, pienso que por vergüenza de gesticular exageradamente frente al resto de sus compañeros.  Los problemas logísticos de sonido eran evidentes, pero no nos detuvieron para continuar con la actividad.  Los grupos fueron pasando de acuerdo a su voluntad.  El humor estuvo presente durante todo el desarrollo del ejercicio.  Cada grupo fue pasando (como prueba de ello, existen algunos registros de video).  Hubo historias muy parecidas, porque los temas coincidían; eran básicamente robos, atracos, atropellos… Debo confesar que me causó sorpresa el que los estudiantes eligieran dichos temas para narrar su historia, pero, al fin y al cabo, no podemos separarnos de lo que somos, ni del contexto en el que vivimos inmersos.  Las pequeñas historias contadas sin palabras por parte de los estudiantes, no son más que un reflejo de su cotidianidad.
Al finalizar el ejercicio, hicimos una reflexión en torno a lo experimentado.  Varios estudiantes coincidieron en que es interesante tratar de comunicarse utilizando sólo el gesto, y en que debemos preocuparnos tanto por lo que las personas dicen, como por lo que las personas expresan con su rostro y cuerpo.
Luego de la ejecución de los Sketches, les entregué unas hojas con la impresión de un muchacho andando, sobre la siguiente pregunta ¿Cómo se comporta un caballero? Les solicité que por grupos, trataran de identificar aquellos comportamientos que ellos mismos llevan a cabo, y que pueden coincidir con los comportamientos que se esperan por parte de una persona bien educada, empática y pletórica de habilidades blandas.  El ejercicio concluyó y les hice entrega de la evaluación de la actividad.  Resalta la representación como una actividad agradable y divertida mediante la que se pueden aprender conceptos y adquirir nuevos saberes.
  
Reflexión:

Preguntas:

Notas:

Tiempo de observación: 1 hora y 40 minutos.

Diario_de_Campo_INT04_Noveno

FORMATO DE REGISTRO DE DIARIO DE OBSERVACIÓN
Observación No: 04
Tema proyecto: comunicación, habilidades blandas, hábitos de aprendizaje
Nombre del(a) observador(a): María Alejandra Acosta
Fecha de registro de observación: 14/09/2018
Hora de inicio: 12:40 p.m.
Hora de finalización: 2:20 p.m.
Lugar donde ocurrió la situación:  IED CAH – biblioteca
El objetivo de esta sesión fue abordar la comunicación asertiva a través de actividades cuyo fin no era otro que fortalecerla.  La sesión comenzó (como ya es costumbre) haciendo un breve recordatorio en torno a lo que se ha venido desarrollando en las diferentes intervenciones ya realizadas.  Al preguntarles por términos específicos como “empatía” o “trabajo en equipo”, se evidenció que tienen claridad sobre qué son y cómo se debe actuar para poder ser empáticos (por ejemplo).  Posterior a esto, entre todos tratamos de definir qué es comunicación asertiva, y les propuse que reflexionaran si se han caracterizado o no por ser personas asertivas con un buen nivel comunicativo.  Luego de una breve charla en torno a lo que ya he nombrado, comencé a explicarles el ejercicio del momento 1, cuyo énfasis era la introspección.  Inicié solicitándoles que trataran de traer a su memoria algún evento que consideraran que fue mal manejado.  Inmediatamente después, les dije que debían ubicarse en una posición cómoda, en la que pudiera permanecer al menos 5 minutos sin cansarse.  Les pedí que cerraran los ojos y que pensaran en el evento ya nombrado.  Mientras tanto, reproduje para ellos “Now We Are Free” de Hans Zimmer y Lisa Gerrard, que es una canción instrumental (parte de la banda sonora de la película Gladiator) cuyos sonidos provocan emociones en quienes la escuchan, y que, para el caso en específico, debía servir de puente entre su estado emocional actual, y la remembranza del evento mal manejado.  El objetivo al final, era permitir a los estudiantes “entrar” en una atmósfera emotiva.  Habiendo terminado la canción, le hice entrega a cada uno de los jóvenes y jovencitas que participaron en la intervención de una hoja blanca.  Les pedí que escribieran una carta para la persona involucrada en la situación que ellos consideraban habían manejado de manera errónea.  El tiempo transcurrió, y para continuar con la escena emotiva, seguí reproduciendo música incidental.  Al finalizar este ejercicio, les dije a los estudiantes que esas cartas podían servir para dos cosas, en primera instancia para entablar una conversación con la persona con quien tuvieron el conflicto, e intentar hacer las paces para poder sanar “la herida”, o segundo, para cerrar el ciclo, para lo que debían quemar el escrito como acto simbólico.  Cada estudiante dobló cuidadosamente su carta y la guardó.

El segundo momento consistía originalmente en desarrollar un caligrama sobre el boceto de la mano de cada estudiante, utilizando la técnica del “cadáver exquisito”.  Sin embargo, como los estudiantes ya habían escrito, preferí cambiar la dinámica y hacer en esencia lo mismo, con un método oral.  Les propuse una manera de “decir las cosas negativas”, es decir, de poder comunicar algo que no nos guste a una tercera persona, pero siempre procurando no herirla.  El método consistía en 1) estar tranquilos (respirar), 2) generar un ambiente positivo resaltando algo que nos guste o admiremos de la persona y 3) decir lo que no nos gusta a manera de sugerencia (no de crítica, ni de orden).  Los estudiantes se emocionaron al pensar que se trataba de un “cara a cara”, por lo que tuve que aclararles varias veces que no se trataba de hacerle saber a otro lo que no nos gustaba y ya, sino más bien de interiorizar el método, ser reflexivos antes de comunicar nuestro disgusto, y tratar sobre todas las cosas, de no herir los sentimientos de las demás personas.  Traté de establecer un ejemplo claro de lo que no debemos hacer, pidiéndoles que alguno de ellos compartiera la forma en la que suele decirle cosas que no le gustan a sus familiares o amigos, y una niña contó la historia que se repite cada mañana con su hermana, a quien considera “bullosa”, y a quien, además, todos los días calla de manera completamente anti asertiva.  Luego les di mi versión del “cómo” e iniciamos el desarrollo de la actividad.  Los primeros intentos fueron satisfactorios teniendo en cuenta que los muchachos y muchachas que asistieron a la intervención no están acostumbrados a decir las cosas con base en el método que les di.  La mejoría en sus comentarios se fue dando, gracias a que por cada intervención, yo les transmitía verbalmente cambios sutiles que podían implementar para que el comentario al final fuera del todo asertivo.  Este ejercicio fue de agrado para los estudiantes.  Estaban entusiasmados a la hora de realizarlo y pusieron de su parte, al menos la mayoría de ellos, pues hubo algunos que se negaron rotundamente a ser objeto del comentario que procurara otro de sus semejantes, y prefirieron asumir una actitud bastante cerrada, que les impidió encontrar el beneficio detrás de la actividad.
 
Terminado el tiempo, se dio por terminada la sesión, no sin antes hacerles entrega de la evaluación de la actividad.

  
Reflexión:
Es necesario prestar mayor atención a la manera en la que cada uno de los participantes reciben los ejercicios, pues los diferentes humores y rasgos de personalidad en ocasiones no permiten el buen desarrollo de ciertas actividades dado su contenido.  En esta oportunidad, una de las estudiantes al parecer se sintió aludida y consideró prudente no participar en la actividad, porque temía que sus compañeros la tomaran como el conejillo de indias de su práctica de “comunicación asertiva”.  Incluso cuando intento siempre que los estudiantes se sientan en un espacio seguro, la posibilidad de que alguien se sienta afectado de forma negativa, existe.

Preguntas:

¿Es necesario hablar con los estudiantes que se siente incómodos ante ciertas actividades posterior al desarrollo de las mismas?
Notas:

Tiempo de observación: 1 hora y 40 minutos.

viernes, 7 de septiembre de 2018

Diario_de_Campo_INT03_Noveno

FORMATO DE REGISTRO DE DIARIO DE OBSERVACIÓN
Observación No: 03
Tema proyecto: comunicación, habilidades blandas, hábitos de aprendizaje
Nombre del(a) observador(a): María Alejandra Acosta
Fecha de registro de observación: 7/09/2018
Hora de inicio: 2:20
Hora de finalización: 4:10
Lugar donde ocurrió la situación:  IED CAH – Biblioteca
Comencé preguntándoles a los estudiantes de 905 si recordaban el tema de la intervención anterior, y ellos de forma muy ordenada dieron sus respuestas.  Dijeron que habíamos aprendido que escuchar activamente es importante porque nos permite conocer el mundo, que debemos estar atentos a lo que existe a nuestro alrededor, y no sólo oír, sino intentar afianzar nuestro sentido de escuchar.  Posterior a esta participación primaria, les indiqué que ya que habíamos trabajado la escucha activa como forma de comunicación, seguiríamos trabajando la comunicación más allá de la verbalidad, y les propuse la primera actividad, que consistió en analizar primero de forma literal (descriptiva), y posteriormente de manera más simbólica imágenes previamente elegidas del artista (caricaturista) argentino Tute.  Cuando les mostraba una nueva caricatura, les preguntaba qué veían, y ellos describían cada elemento que observaban.  Luego les preguntaba qué entendían, y los estudiantes comenzaban a dar las distintas interpretaciones que se le podían atribuir al dibujo.  Comenzamos analizando imágenes sin texto y completamente acromáticas, luego vimos imágenes acromáticas con un globo de texto, posteriormente imágenes a color sin texto y finalmente, imágenes coloridas con globo de texto.  Ante cada mínimo cambio, yo les preguntaba cuál era la diferencia entre la imagen anterior y la actual, más allá del mensaje que pudiera transmitir, haciendo énfasis en que los elementos visuales de la imagen (puntos, líneas, planos, repeticiones, colores, etc.), también eran parte importante de la información entregada por el artista, y eran susceptibles de interpretación por parte del receptor (observador).
El ejercicio fue exitoso, y la participación de los estudiantes alta, aunque como es costumbre en cualquier grupo, siempre hay una minoría que tiende a dar más fácilmente su opinión.  De todas maneras, les pedí que confiaran en que nos encontrábamos en un espacio seguro, en el que podían expresarse con libertad, porque todos sin excepción éramos iguales y teníamos la misma capacidad.
Al terminar con todas las imágenes, les propuse el segundo momento de la intervención, que consistía en que, a partir de una de las caricaturas, consolidaran una historieta en donde se mostrara la secuencia de hechos que podían servirle de antesala o de desenlace.  Como estaban sentados en mesas grandes, les dije que trabajarían en 6 grupos sin número de participantes en concreto, les hice entrega de una hoja doble carta y les indiqué que todo el grupo debía aportar ideas, y que debían trabajar como un sistema altamente funcional, en donde todos debían estar de acuerdo para poder construir la historieta, de manera que cada quien aportara algo.  Mientras los estudiantes se expresaban gráficamente, yo me dediqué a recorrer los grupos, preguntándoles si ya habían decidido cuál era la secuencia de hechos, y quién iba a ser responsable de qué.  Pasados unos 15 minutos (el tiempo total asignado fue de 30 minutos), noté que, en algunos grupos, ciertos estudiantes parecían inconformes con el ejercicio, porque no estaban de acuerdo con lo que los otros integrantes de su grupo decían o hacían.  Ante esta situación, yo les recordaba la importancia de estar abiertos a opiniones diferentes a las nuestras, pues esto siempre enriquecía los procesos, y les reiteraba que trabajar en equipo (habilidad blanda) implica incorporar los aportes de los demás, estableciendo relaciones de intercambio y valoración de las opiniones y contribuciones del otro.  Ante esta acción, los estudiantes intentaban modificar su comportamiento (al menos durante el ejercicio). 
Cuando estuvo próximo a terminar el tiempo, comencé a indicarles que debían entre todos elegir un título para su secuencia de hechos, y de manera prácticamente inmediata, cada grupo comenzó a lanzar ideas de las múltiples posibilidades que se les ocurrían.  Finalizados los 30 minutos de elaboración gráfica, les solicité estar atentos a la exposición de los demás grupos.  Les pedí que asignaran un representante que diera cuenta ante los demás de sus resultados como grupo.  Las historias fueron muy interesantes, pero lo que más valoré y recalqué, fue que no tuvieron que mediar palabras para que las secuencias de hechos fueran coherentes, entendibles y ampliamente interpretables.  Me parece que este ejercicio les gustó mucho, se notó su interés en hacerlo bien, y el esfuerzo que hicieron por ponerse de acuerdo en poco tiempo para llevar a buen término la actividad.
Durante el tercer momento abrimos el espacio (corrimos sillas y mesas).  Les pregunté para qué creían que servía la música en las películas, y concluyeron que sirve para reforzar las emociones de los actores en las diferentes escenas.  Les dije que la vida es como una película, en términos de que como seres humanos estamos llenos de emotividades que brotan constantemente, y les propuse que en un círculo dónde todos pudiéramos vernos de frente, debíamos reaccionar a una canción elegida previamente y que hace parte de la musicalización de la banda sonora de una película.  Les dije que para romper el hielo, iba a comenzar yo, pero que inmediatamente todos fungieran como espejos de mi acción o mi expresión (que debía ser exagerada), siguiendo el recorrido de las manecillas del reloj, la persona junto a mi debía igualmente expresarse (en acciones o muecas) de acuerdo al sonido de la música.  Este ejercicio fue interesante, pero no por sus buenos resultados, pues, a lo largo de la actividad, los muchachos y muchachas estuvieron bastante cohibidos.  Les recordé que eran un grupo, que habían estado años juntos, y que la vergüenza en la vida con respecto a las propias emociones, impediría que fueran capaces de expresarse libremente.  Ante su reacia participación (muchos indicaban con las manos y los gestos que sentían vergüenza de hacer alguna mueca), comencé a incitarlos a que replicaran el primer movimiento que el otro hacía, esto suscitó risas, y muchas, pero pudimos terminar la canción prácticamente sin contratiempos.  Cuando se hizo el silencio nuevamente, y estándo despiertos luego de la emoción y la pena, reflexionamos en torno a lo que habíamos hecho durante la sesión, y ellos mismos en muchas ocasiones resaltaron la importancia de no aparentar por vergüenza, de la relevancia de ser capaces de demostrar los sentimientos, e hicieron énfasis en que existen otras maneras de comunicar los pensamientos y las ideas, y que van mucho más allá de las palabras.

  
Reflexión:
Considero que en general el ejercicio fue exitoso, pero creo que es muy importante trabajar más en torno a la seguridad en tanto a la expresión y la participación.  Estos muchachos y muchachas tienen grandes ideas y capacidades, pero por simple vergüenza, en ocasiones prefieren guardarse la brillantez y pasar inadvertidos.
En cuanto al trabajo en grupo, es importante poder avanzar y proponer más ejercicios de esta índole, siempre enfatizando en la escucha activa, la recepción abierta de las propuestas del otro y la incorporación de nuevas posibilidades para la obtención de resultados satisfactorios.

Preguntas:
·         ¿Qué tipo de actividades se pueden implementar sin abandonar el tema base del proyecto (el fortalecimiento de habilidades blandas por medio de mejoras en los procesos comunicativos), que ayuden a los estudiantes a afianzar su seguridad y a perder la vergüenza?
Notas: Si bien existe una planeación de las intervenciones, siempre es bueno tener posibilidades anexas que permitan fortalecer los momentos y encontrar soluciones efectivas cuando las condiciones no son las que se piensan desde el inicio. 
Tiempo de observación: 1 hora 50 minutos

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Diario_de_Campo_INT02_noveno

FORMATO DE REGISTRO DE DIARIO DE OBSERVACIÓN
Observación No: 02
Título: comunicación, habilidades blandas, hábitos de aprendizaje
Nombre del(a) observador(a): María Alejandra Acosta
Fecha de registro de observación: 04/09/2018
Hora de inicio: 4:10 pm
Hora de finalización: 5:40 pm
Lugar donde ocurrió la situación: IED CAH – Biblioteca
Es importante destacar que los estudiantes se encontraban completamente dispuestos cuando llegué al aula para trasladarnos hacia la biblioteca, tanto que, algunos de ellos me preguntaron: ¿Ya nos vamos profe? Les dije que guardaran sus cosas, que dejaran el salón limpio y partimos hacia el espacio de encuentro.

Al iniciar el proceso, pude notar que el grupo en general es bastante participativo, aunque la gran mayoría siente vergüenza al hablar públicamente.  Tuve que invitarlos varias veces a elevar el tono de su voz, porque sus intervenciones eran prácticamente inaudibles.

El primer ejercicio que hice con el grupo fue explicarles de qué se trataba el proyecto, y de qué manera las intervenciones grupales nos iban a permitir llevarlo a buen término.  Comenzamos tratando de definir de forma empírica las habilidades blandas de carácter interpersonal (de acuerdo con la clasificación de la OPS) que se busca fortalecer con la aplicación de las actividades.  Dichas habilidades blandas son: Comunicación asertiva, empatía, gestión de conflictos y trabajo en equipo.  Pude notar que si bien los estudiantes de noveno tienen una idea somera de lo que significa cada habilidad, no tienen claridad absoluta en torno a ellas.  Sus definiciones eran cercanas, pero no exactas.  Entonces, con base en lo que los estudiantes decían, yo trataba de redondear una definición clara, y posterior a eso, buscaba mediante ejemplos y preguntas verificar si se había o no entendido.

Unos minutos después de abordar las definiciones, entramos de lleno al ejercicio sonoro.  Este ejercicio se trataba de producir sonidos con las palmas sobre la superficie de la mesa o entre ellas.  Los estudiantes debían mantener todo el tiempo los ojos cerrados, y tenían que estar atentos, pues debían descifrar de dónde venía el sonido y cómo se producía.  Además de explorar el ritmo de los estudiantes y de estimular su capacidad auditiva, el eje central de esta actividad era que sólo a través del sentido del oído, ellos pudieran determinar lo que pasaba a su alrededor.  El resultado fue más bien jocoso para ellos, pues, sus equivocaciones suscitaban risas por lo bajo que se iban expandiendo en el espacio.  Encontré dificultades a la hora de coordinar, pues como no se estaban observado, los estudiantes simplemente producían una lluvia de aplausos que parecía más bien una tormenta.  En la medida en que el ejercicio iba avanzando, la dificultad de mis propuestas sonoras aumentaba, consiguiendo así más risas y comentarios que acompasaban el momento.  En un momento determinado, les pedí que abrieran los ojos, y realizamos nuevamente la actividad, obteniendo resultados más favorables.  Al preguntarle a los estudiantes por qué creían que eso sucedía, muchos coincidieron en que están más acostumbrados a usar los ojos que los oídos, por lo que su coordinación aumentaba cuando podían observar (aun si no escuchaban) el movimiento de mis manos, su direccionamiento y ritmo.

El ejercicio se complejizó cuando le solicité a los estudiantes que se pusieran de pie por grupos, y que imitaran (ahora sí con los ojos abiertos) una serie de compases llevados a cabo con labios pies y manos. El bajo profundo se construyó a partir de la sílaba LA, mientras manos y piernas intentaban mantener el ritmo.  Los resultados no difirieron de los anteriores, en términos de que la dificultad había aumentado considerablemente, y para los estudiantes era difícil mantenerse atentos a las tres partes de su cuerpo que debían participar en la producción sonora.  Al finalizar, utilizamos palabras enteras (rombo, romboide, trapecio, trapezoide), el ritmo lo llevaban las palmas y la modificación extrema se encontraba en el cambio de velocidad.  Este último ejercicio fue el más complicado y el que menos resultados en tanto a la exactitud de reproducción produjo.

Cuando hablamos del ejercicio, los estudiantes reiteraban que la dificultad se centraba en que no escuchaban atentamente (ausencia de “escucha activa”), porque se ponían ansiosos a la hora de llevar a cabo el ejercicio, y terminaban actuando de manera atropellada.  Concluyeron que eso mismo sucede en sus conversaciones, cuando en ocasiones alguien les dice algo, y ellos en lugar de escuchar y atender al mensaje, responden sin haber comprendido el contexto de la información y la información en sí misma.

El momento 2 fue igual que el primero, un espacio de risas para los estudiantes.  Les expliqué que debían estar atentos a una serie de sonidos diversos que iba a reproducir para ellos.  Les entregué papel y les dije que debían escuchar, dibujar lo que consideraban que era el sonido y ponerle un título.  Los sonidos fueron variados y sin relación entre ellos.  Hubo una clara dificultad en que los estudiantes pudieran guardar silencio mientras se reproducían los sonidos, y parece que les complicó el ejercicio el sentirse incapaces para dibujar correctamente lo que consideraban que era determinada propuesta sonora.  Sin embargo, el resultado fue satisfactorio y la actividad amena para los estudiantes.

Cuando procedimos a analizar lo sucedido, los estudiantes coincidieron en que era más sencillo para ellos tener una imagen de base y no solamente el sonido, pues de acuerdo con ellos, generar imágenes mentales implica utilizar la imaginación y ser creativo.  Les pregunté si en clase no les pasaba en ocasiones que, si bien veían al profesor frente al tablero, y leían las guías que éste les ponía, incluso cuando hablaba no alcanzaban a entender del todo.  Todos estuvieron de acuerdo en que les sucedía bastante seguido, y al preguntarles por qué, respondieron que sentían que no siempre estaban atentos y tenían la disposición de escuchar lo que el docente les decía.  Argumentaron entonces, que preferían la imagen, pero que eran conscientes de que debían entrenar mejor su habilidad de escuchar, pues entendieron (gracias al ejercicio) que escuchar es otra manera de conocer el mundo, y que claramente, era una parte fundamental para poder entenderlo a cabalidad.

Luego de la intervención, se les pidió que evaluaran la actividad, y la gran mayoría prefirió el ejercicio de las palmas, porque se sintieron más atentos, precisamente porque debían involucrar su atención de manera sostenida, y tuvieron que obligarse a escuchar, por “tener” que mantener cerrados los ojos y no poder usar el sentido de la vista.

Reflexión:
Los estudiantes coinciden en que están acostumbrados a usar los ojos más que el resto de los sentidos, por lo que es necesario hacer énfasis en la importancia de la comunicación más allá de la imagen literal, esto es, de los mensajes contenidos en sonidos, olores, texturas, etc. 

Pregunta:
-          ¿Cómo incentivar la “escucha activa”, de manera que los estudiantes la practiquen a diario?
Notas: es muy importante continuar reforzando la escucha activa, e incentivando el uso de TODOS los órganos de los sentidos para poder conocer y entender el mundo.
Tiempo de observación: 1 hora y 40 minutos