Supongo
que la cuestión de los cambios que le ocurren a las yemas de los dedos luego de
exponerlas por algún tiempo al agua se me ocurrió cuando era una impúbera, pero
obviamente no le di importancia y por supuesto no volví a pensar en ello. Hace ocho días, cuando mi cerebro comenzó a
configurar la situación mentalmente, no se me ocurrió nada. Esa noche me fui luego de clase directo a la
cama, y no tuve consciencia de nada hasta que la luz me pegó bruscamente en los
ojos y tuve que despertar. Fue en ese
momento que una idea se conjugó con otra y comencé a pensar de nuevo en el ¿por
qué? De mis yemas de 90 años. Bueno, recordé
haber visto en el libro de texto una imagen muy interesante que describía por
qué las plantas decaen cuando se les priva de agua, la razón según los autores
del libro es que cuando escasea el agua en las hojas, las vacuolas de las
células se encojen, haciendo que la pared celular pierda soporte. Esto me hizo pensar en que algo parecido
debía suceder con el exceso de agua de las piscinas o la ducha y nuestra
epidermis. Asumí que las células (bajo
el agua) estarían expuestas a tantas moléculas que invariablemente dejarían
pasar más de la cuenta, lo que a mi modo de ver podría resultar en un
ensanchamiento que provocaría lo que parecen arrugas de nonagenario en
cualquier persona que se atreva a sumergirse en ese fluido vital.
Ahondando
en el tema y luego de leer algunas respuestas sueltas, coincidían en decir que
la protección que posee la piel se elimina al contacto con el agua, lo que hace
que el líquido tenga mayores posibilidades de entrar, en un proceso en el que
la epidermis aumenta de tamaño con respecto a la dermis, que curiosamente se
retrae (pues sus células absorben el agua de más que hay a su alrededor),
arrugando así las yemas de nuestros dedos.
Por lo visto, esto se debe precisamente al proceso denominado ósmosis,
que consiste básicamente en una difusión donde el agua va de una menor
concentración de solutos a una mayor. De
acuerdo con esto, hay una clara diferenciación entre lo que sucede al sumergir
las manos en agua dulce o agua salada, pues como el agua dulce posee una menor
concentración de solutos que las células que componen la capa externa de
nuestra pie, ésta absorbe mayor cantidad de agua y termina hinchándose,
mientras que en agua salada, que tiene una concentración alta de solutos, el
agua no produce el mismo tipo de difusión hacia la epidermis. En conclusión, el agua dulce nos hace más
ancianos que el agua salada.
Por
último, debo confesar que encontré una teoría con respecto a un sistema
adaptativo o arrastrativo mejor (sí,
soy consciente que es un neologismo) que dice que las yemas de los dedos se
arrugan al contacto con el agua, porque como las superficies son un tanto más
lisas cuando están húmedas, nosotros requerimos de una superficie rugosa para
poder sostenernos y desplazarnos (asumo que esto se debe a que los dedos de los
pies sufren el mismo mal de arrugas precoces ante la presencia de H2O). Lo cierto es que esta teoría es un tanto
alocada a mi modo de ver, por lo que prefiero quedarme con las células y su
proceso osmótico.
BIBLIOGRAFÍA
Audersink, T. (2011). Biología y neurobiología.
Colombia: Perarson Educación de Colombia Ltda.
PJ, F. (16 de mayo de 2013). medicina joven.
Recuperado el 17 de septiembre de 2015, de ¿Por qué se arrugan los dedos al
estar en el agua?:
http://www.medicinajoven.com/2009/09/por-que-se-arrugan-los-dedos-al-estar.html
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