viernes, 2 de octubre de 2015

Piel arrugada bajo el agua

Supongo que la cuestión de los cambios que le ocurren a las yemas de los dedos luego de exponerlas por algún tiempo al agua se me ocurrió cuando era una impúbera, pero obviamente no le di importancia y por supuesto no volví a pensar en ello.  Hace ocho días, cuando mi cerebro comenzó a configurar la situación mentalmente, no se me ocurrió nada.  Esa noche me fui luego de clase directo a la cama, y no tuve consciencia de nada hasta que la luz me pegó bruscamente en los ojos y tuve que despertar.  Fue en ese momento que una idea se conjugó con otra y comencé a pensar de nuevo en el ¿por qué? De mis yemas de 90 años.  Bueno, recordé haber visto en el libro de texto una imagen muy interesante que describía por qué las plantas decaen cuando se les priva de agua, la razón según los autores del libro es que cuando escasea el agua en las hojas, las vacuolas de las células se encojen, haciendo que la pared celular pierda soporte.  Esto me hizo pensar en que algo parecido debía suceder con el exceso de agua de las piscinas o la ducha y nuestra epidermis.  Asumí que las células (bajo el agua) estarían expuestas a tantas moléculas que invariablemente dejarían pasar más de la cuenta, lo que a mi modo de ver podría resultar en un ensanchamiento que provocaría lo que parecen arrugas de nonagenario en cualquier persona que se atreva a sumergirse en ese fluido vital.  
Ahondando en el tema y luego de leer algunas respuestas sueltas, coincidían en decir que la protección que posee la piel se elimina al contacto con el agua, lo que hace que el líquido tenga mayores posibilidades de entrar, en un proceso en el que la epidermis aumenta de tamaño con respecto a la dermis, que curiosamente se retrae (pues sus células absorben el agua de más que hay a su alrededor), arrugando así las yemas de nuestros dedos.  Por lo visto, esto se debe precisamente al proceso denominado ósmosis, que consiste básicamente en una difusión donde el agua va de una menor concentración de solutos a una mayor.  De acuerdo con esto, hay una clara diferenciación entre lo que sucede al sumergir las manos en agua dulce o agua salada, pues como el agua dulce posee una menor concentración de solutos que las células que componen la capa externa de nuestra pie, ésta absorbe mayor cantidad de agua y termina hinchándose, mientras que en agua salada, que tiene una concentración alta de solutos, el agua no produce el mismo tipo de difusión hacia la epidermis.  En conclusión, el agua dulce nos hace más ancianos que el agua salada. 

Por último, debo confesar que encontré una teoría con respecto a un sistema adaptativo o arrastrativo mejor (sí, soy consciente que es un neologismo) que dice que las yemas de los dedos se arrugan al contacto con el agua, porque como las superficies son un tanto más lisas cuando están húmedas, nosotros requerimos de una superficie rugosa para poder sostenernos y desplazarnos (asumo que esto se debe a que los dedos de los pies sufren el mismo mal  de arrugas precoces ante la presencia de H2O).  Lo cierto es que esta teoría es un tanto alocada a mi modo de ver, por lo que prefiero quedarme con las células y su proceso osmótico. 

BIBLIOGRAFÍA
Audersink, T. (2011). Biología y neurobiología. Colombia: Perarson Educación de Colombia Ltda.
PJ, F. (16 de mayo de 2013). medicina joven. Recuperado el 17 de septiembre de 2015, de ¿Por qué se arrugan los dedos al estar en el agua?: http://www.medicinajoven.com/2009/09/por-que-se-arrugan-los-dedos-al-estar.html 

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