Este blog surge a partir de la necesidad de desarrollar un diario de campo cuyo contenido gire en torno a las experiencias de las intervenciones grupales llevadas a cabo dentro del proyecto de mejoramiento de habilidades comunicativas y fortalecimiento de habilidades blandas que estoy desarrollando con un grupo de estudiantes de noveno grado.
sábado, 13 de septiembre de 2014
Escribiéndo un GOOGOLPLEX
Ya comencé, estoy haciendo ceros minúsculos para que quepan muchos en las paredes de mi habitación, y de hoy en más, llevaré conmigo muchos "ceros"
y los pondré donde quiera que vaya:
en el transmilenio, en clase con niños, en la cocina, en los restaurantes y cafés,
en el teatro, el parque, caminando con Wako,
en el baño mietras tomo una ducha, en mis sábanas, mi ropa,
sobre el asfalto, los árboles circundantes, las piscinas, las canchas de futbol, tennis, baseball...
En la empresa de mi primo, el televisor de mi hermano, la boa constrictor naranja de mi hermana,
sobre la mesa, el mostrador, el computador, las ventanas, las cortinas
sobre las flores de amapola y los tulipanes que no crecen por estos lares;
sobre las alas de las mariposas, las patas de las arañas,
las plumas de las aves,
los cuerpos redondos y rayados de las abejas,
delicadamente sobre los nenúfares, los lagos y los rios;
en cualquier sustrato olvidado y perdido.
Sobre mis zapatos, mis medias y mis dedos.
Incluso mi cuerpo se llenará de ceros, así como el pelo dorado de Wako;
mis libros, mis cuadernos de anotaciones...
la puerta blanca del apartamento que habito, el corredor, la puerta gris del interior,
las rejas del conjunto...
TODO, todo a mi paso se convertirá en una infinita secuencia de ceros
hasta que algún día, tal vez cuando esté a las puertas de la muerte
logre cumplir por lo menos la mitad de mi cometido: Ser la primera mujer sobre la faz de la tierra en escribir completo un GOOGOLPLEX!
martes, 2 de septiembre de 2014
NO SABRÍA CÓMO NOMBRARLO
I
Se que debo intentar reconstruir en palabras lo que siento, pero por alguna razón no existen vocablos que puedan describir mi situación.
Parece que todo anda mal conmigo, en mi vida, al rededor de mi vida y con los míos. No se si sentirme afortunada porque en medio de la dificultad nada me falta, o simplemente frustrada y decepcionada. Supongo que como un buen ser humano que se piensa a si mismo "realista" me inclinaré sin pensarlo dos veces por la segunda. Aún así, no es lo que quiero ni lo que espero de mi existencia. Prefiero negarme a creer que toda esta imposibilidad revestida de nada es un instante pasajero que no va a definir de ninguna forma mi futuro.
Ya ni siquiera considero que el líquido de mi cuerpo se pueda convertir en lágrimas, y pienso que igual de nada serviría derramar mi dolor en forma de gotas sobre esta nada absoluta y absurda que me tomó por sorpresa un día, y a la que lamentablemente no he sido capaz de derrotar. De la que de hecho, no he logrado salir.
Se que debo intentar reconstruir en palabras lo que siento, pero por alguna razón no existen vocablos que puedan describir mi situación.
Parece que todo anda mal conmigo, en mi vida, al rededor de mi vida y con los míos. No se si sentirme afortunada porque en medio de la dificultad nada me falta, o simplemente frustrada y decepcionada. Supongo que como un buen ser humano que se piensa a si mismo "realista" me inclinaré sin pensarlo dos veces por la segunda. Aún así, no es lo que quiero ni lo que espero de mi existencia. Prefiero negarme a creer que toda esta imposibilidad revestida de nada es un instante pasajero que no va a definir de ninguna forma mi futuro.
Ya ni siquiera considero que el líquido de mi cuerpo se pueda convertir en lágrimas, y pienso que igual de nada serviría derramar mi dolor en forma de gotas sobre esta nada absoluta y absurda que me tomó por sorpresa un día, y a la que lamentablemente no he sido capaz de derrotar. De la que de hecho, no he logrado salir.
Mis hermanos sufren en igual o mayor medida que yo, no lo sé, y
yo por supuesto sufro por ellos igual que ellos por mi. Sin la
posibilidad de ayudarnos mutuamente, lo que nos queda es observar desde
la periferia y esperar. Pero
esperar es lo peor para mi. En estos años de desierto y desolación no
he aprendido mucho acerca de la forma más simple de esperar y ser
paciente.
II
Ayer en cinco segundos mi vida se vovió negra. Creo de hecho que si de una película se tratara mi existencia, toda la luz y el cielo azul sin nubes que había en horas de la tarde en mi "escenario", se habría transformado en una gélida noche; una plétora de grises sin posibilidades de color, y por ende, sin una pizca de luz.
Soy un inmenso mar de confusiones y conflictos internos.
II
Ayer en cinco segundos mi vida se vovió negra. Creo de hecho que si de una película se tratara mi existencia, toda la luz y el cielo azul sin nubes que había en horas de la tarde en mi "escenario", se habría transformado en una gélida noche; una plétora de grises sin posibilidades de color, y por ende, sin una pizca de luz.
III
La verdad no se de qué se trata este escrito. Supuse que podría comenzar a narrar mis emociones, pero me he percatado de que estoy seca verbalmente.
La verdad no se de qué se trata este escrito. Supuse que podría comenzar a narrar mis emociones, pero me he percatado de que estoy seca verbalmente.
Mis
dedos como siempre, son capaces de seguir la velocidad de mis
pensamientos, pero hoy especialmente siento que mi cerebro se nubló.
Tal
vez debí hacer caso a mi mamá ayer, cuando en medio de mi dolor
punzante y mientras sosteníamos una conversación (debo decirlo, no
muy productiva) por teléfono, me dijo: ¡escríbe! y lo repitió dos veces
más: ¡escríbe!, ¡escríbe!.
Quisiera
tener la certeza de que un día por fin llegue un momento de lucidez y
creatividad a mi mente; el momento propicio para que mis angustias se
transformen en prosa viva.
o en poesía pura.
No
tengo un apego especial por ningún formato de escritura. Mi
objetivo al final sería simplemente ser capaz de hilar con coherencia lo
que (si tengo suerte) saldría a borbotones de una fuente hasta hoy sin
agua que (estoy segura) poseo muy dentro de mi.
Siento
la necesidad de hacerlo. Me refiero a continuar sin darle cabida al
silencio, haciendo sonar las teclas sin nombre que reposan bajo mis
dedos.
Me pregunto cuál es el paso a seguir(?)
Podría hablar de la niña tonta e ingenua que sigo siendo.
del espíritu de adolescente que sufre por amor y entrega todo sin recibir nada a cambio.
de
la adulta solitaria y sin rumbo confinada a su propia cárcel, destinada
por si misma a permanecer callada mientras sufre en silencio porque la
rodea LA NADA.
IV
Cada mañana me pregunto por qué no puedo ser mi mejor versión de mi. Por qué no puedo ejecutar mis sueños, o al menos las acciones que de una u otra forma me acercarían a ellos, a volverlos una realidad. A bajarlos de ese cielo en el que anidan hace tantos años como huevos fríos, sin empollar aún por la falta de alimento y calor.
V
El mundo bajo mis pies me muestra a diario la transformación diminuta que surge y todo a mi alrededor es tocado por ella. Sin embargo, el único ser que parece estático en medio de la algarabía de una supuesta metrópolis, soy yo.IV
Cada mañana me pregunto por qué no puedo ser mi mejor versión de mi. Por qué no puedo ejecutar mis sueños, o al menos las acciones que de una u otra forma me acercarían a ellos, a volverlos una realidad. A bajarlos de ese cielo en el que anidan hace tantos años como huevos fríos, sin empollar aún por la falta de alimento y calor.
V
En
ocasiones sólo puedo pensar en citas tristes y desligadas de su contexto
original, de palabras que se convierten en mantras negativos. En
borradores virtuales de un dibujo ejecutado por otros sobre mi lienzo.
No espero que alguien pueda entender el transfondo de esta serie de palabras con sólo leerlas.
No
creo haber dejado más que un velo casi invisible entre las líneas que
han salido expulsadas de mi sistema sin ningún rumbo aparente.
Quisiera ser como aquellos que sonríen mientras ante sus ojos el fragante mundo renace día tras día, pero para mi sus 24 horas se han vuelto un karma sin sosiego.
A diario acompaso al reloj con mi propia voz, tratando de seguir los movimientos circulares del segundero. El resultado por supuesto no varía, al menos no para mi.
Se que los demás danzan con sus problemas y se movilizan dentro de su caos, pero (creo) al menos que se mueven, y que ese movimiento vale la pena.
Me parece que el mayor problema de mi vida en este preciso instante no es otro más que la quietud.
Un
ápice de quietud es aceptable y hasta recomendable. Pero cuando las
pizcas se convierten de repente en cucharaditas, cucharadas, cuartos de
taza y tazas dejan de ser apetecibles.
Grandes cantidades de nada no son exactamente la materia prima que un ser humano quiere utilizar para construir su vida.
A
razón de nada escribo, y gracias a la nada vivo en este módulo
estático. Un capítulo de mi vida sin nombre que osaré compartir con
nadie, creo.
Aún si pretendo que alguien me lea, la probabilidad de que eso suceda es básicamente nula.
he aquí la lista de palabras de esta noche: quietud, nada, nulo.
¡cuánto anhelo que esas palabras se conviertan en sus antónimos!
domingo, 4 de mayo de 2014
DE INTERMEDIARIO A MEDIADOR: EL COMUNICADOR COMO DISEÑADOR CULTURAL
Siempre que queramos hallar vínculos
entre dos o más temas, diferentes objetos de estudio aparentemente inconexos,
no hace falta más que agudizar la mirada abriendo bien los ojos y atendiendo a
los detalles, ya que todo en este mundo de altos contrastes, aunque sea
únicamente a un nivel subatómico, tiene relación entre sí. Los
oficios del comunicador y diarios
de comunicación sin motocicleta no son una excepción, en principio porque
ambos textos tienen una voz argumental constante: la comunicación y todo lo que
de ella devenga, aunque ciertamente su desarrollo (pues se trata de autores
distintos) es único, y está dado a la manera de quien escribe. Ambos textos abordan preocupaciones afines, y
ambos, ofrecen al lector la posibilidad de entrar al mundo del comunicador
desde umbrales ubicados en ángulos que difieren entre sí, puntos de vista y
posiciones que se apoyan unos sobre las otras (Diarios de comunicación sin motocicleta cita en varias ocasiones a
Jesús Martín Barbero, autor de los
oficios del comunicador).
En principio existe un prólogo,
un desmantelamiento de cualquier bloqueo que nos aleje de las ideas del autor,
una muestra de su preocupación que parte de una crítica hacia la pobreza
mental, que de hecho asegura, es la peor.
Estos fragmentos de pensamiento introductorios que preparan el terreno para lo que viene
luego en diarios de comunicación parecen haberse construido como una
pregunta sin interrogación, o más bien como una afirmación generadora de
dudas, que a mi modo de ver, y para todo
aquel que desee asumirlo de esta manera, se conecta con la propuesta ofrecida
por el epílogo de los oficios del
comunicador de la mano de Zigmunt
Bauman, un sociólogo y filósofo polaco, que además escribe ensayos, cuyos
trabajos se centran en la búsqueda de la identidad como una responsabilidad
vital del sujeto, y que en estas siete líneas que sirven de abrebocas de los oficios, invoca un cambio, un acto
de violencia que rechace el aturdimiento humano, y cuya victoria ofrezca
esperanzas a este mundo inconsciente, para no perderse en la ausencia
comunicativa, en los espacios tibios de su propia pobreza mental (este nexo de términos es mío).
El rol que desempeñan los
comunicadores puede ser como diría el autor de
diarios de comunicación el de …el que hace, el que no hace, el que dice que
hace[1],
o en una clasificación más exacta, (como en los
oficios del comunicador), aquel que comunica
algo pero cuya finalidad no afecta la situación: el intermediario, o el que
asume como suyo el problema, se identifica y participa en el acto de construir
sociedad: el mediador. Es fácil
establecer un paralelo entre ambas lecturas, aunque sea en sus inicios. Jesús Martín Barbero habla acerca de la
confusión del oficio del comunicador, y afirma que esta se ha dado gracias a
los cambios en el contexto dentro del que se desenvuelve, por las
modificaciones en los sistemas actuales y gracias en gran medida a la
tecnología y sus avances. Estos
movimientos temporales transformadores han generado como resultado, y a manera
de daño colateral alteraciones en los
procesos comunicativos, y entre fondo y forma se ha venido gestando una idea
renovada (no necesariamente buena), de lo que es un comunicador, de qué es la
comunicación, y de los saberes fundamentales de su campo de acción y sus
métodos de ejecución.
La propagación de una lógica de
existencia, aunque no sea ideal es la que cimenta nuestro actuar. Nuestro conocimiento y saberes, así como
nuestras reacciones y acciones están mediadas por un entorno que se modifica
cada tanto, y que termina convirtiéndose en un hilo conductor, una especie de
guía inapelable a la que simplemente nos acomodamos. Un comunicador intermediario, así como un ser
pobre mentalmente se preocupa sólo
por su adiestramiento en cómo ser
productivo dentro de un sistema mercantil, al que finalmente lo único que
le importa es vender, y ¿Qué se vende? Noticias tergiversadas o entretenimiento
que produzca ceguera, todo aquello que
genere desatención a lo trascendente, y nos mantenga en un estado mental
absolutamente pasivo. Afectar fingiendo
parece ser el método más lógico de acción con respecto al contexto en el que
ahora nos desenvolvemos. Las
transformaciones culturales o los giros mentales nos han traído al límite de un
abismo en el que los medios se usan con fines netamente económicos, donde la
mediocridad de contenidos absorbe cada ápice de atención, evitándonos la
molestia de usar la cabeza. La comunicación adquiere así tintes de
espacio antagónico, donde se libran batallas de poder, y entre la modernización
y la renovación industrial se desdibuja el pasado, sufrimos una pérdida
inminente de memoria, y nos convertimos en mezclas culturales, casi como si
toda la historia y los acontecimientos, así como las ideas, los saberes, los
conceptos, las teorías y un sinfín de elementos se pusieran todos, en una
especie de coctelera intelectual, donde la americanización o la europeización
son el resultado inevitable de esta mixtura despojadora.
Ser comunicador y ser
latinoamericano son dos cosas diferentes, en principio porque un comunicador
puede ser cualquier ciudadano de cualquier parte del mundo, que reúna una serie
de requisitos y cuyas búsquedas
personales apunten a transmitir mensajes a públicos objetivos. Debe, entre otras muchas cosas saber expresarse,
informar y convencer; debe ser un buen estratega,
o un gestor de procesos comunicativos, encargado de visualizar dinámicas y
fenómenos de todo orden. En otras
palabras, debe ser un traductor de mundos.
Un latinoamericano en cambio,
es un habitante del segundo continente más grande del planeta, con la salvedad
de que hace parte de la fracción que habla español o portugués (claro está, que
esta es una definición bastante reduccionista).
Pero ser comunicador y además ser latinoamericano es casi como una
tercera categoría, porque implica responsabilidades con el territorio y con su
cultura. Es prácticamente una forma de ver, determinada por características de tipo
social, que depende de un contexto cultural único, que no debería tamizarse a
través de los ojos de Europa o América del norte. Básicamente,
el enfoque y el perfil de quién así lo sea (comunicador latinoamericano),
determinará su método. Y así las cosas, no deberíamos tener oportunidad de
adquirir costumbres prestadas, sin antes hacer una revisión de lo propio para
no caer en la repetición (generalmente incorrecta). Latinoamérica es un territorio pletórico de
opciones, una amalgama de riquezas y oportunidades, es por ello que la
pertinencia de las palabras de Martín Barbero renuevan fuerzas, toman impulso,
porque de hecho y parafraseando a este pensador el problema no está en las teorías foráneas desarrolladas sino en el
hecho de que los latinoamericanos las utilizamos acríticamente sin adecuarlas
al contexto en el que se vive[2]. La identidad latinoamericana está definida
por una transculturación, una serie de fusiones culturales que la han pluralizado,
y en ese mismo sentido, la han convertido en un conjunto de tipologías y
particularidades que juntas conforman
una identidad colectiva que debe ser respetada, exaltada y estudiada.
Ahora bien, si el comunicador
latinoamericano (asumiendo las siguientes líneas como una visión un tanto
utópica por mi parte de la situación) es entrenado desde su formación más pura
en el desarrollo de una consciencia social coherente con su contexto, el valor
que se le dará a la información desplegada por él, y por sus semejantes no
cojeará por la falta de horizontes o enfoque, y puede que aquellos que
legitimen su conducta y sus resultados, den paso a una nueva forma de
concebir la cultura y la memoria de los
territorios, con todos sus avatares y alternativas. La idea de la comunicación entonces también se
modificará, pues no será cuestión solamente de hacer rentable el ejercicio
informativo, se valorará la experiencia y se reconocerá la diferencia como eje
creativo en el desarrollo social, donde
las dinámicas informativas no serán unilaterales. En este sentido me remonto al fragmento de los oficios del comunicador donde Jesús
Martín Barbero habla acerca de la apropiación y la creatividad como formas de
activación de la cultura a través de la comunicación, de modo que el
comunicador disuelva la privatización de
la vida, y genere dinámicas donde pueda
activarse lo que en el público hay de pueblo[3],
de hecho, me parece que la relación propuesta en diarios de comunicación entre comunicación y diseño, y las ideologías profesionales aplicadas al
comunicador (empleado, investigador, animador o promotor y artista o creador)
que plantea los oficios son articulables, en el sentido de que es a
través de la creación y la proposición que comunicar
puede llegar a convertirse en ese espacio de discusión constructiva, donde
se deje de lado la desinformación generalizada, y donde el pilar de sus
acciones sea el conocimiento real de las sutilezas y matices de cada país, de
cada territorio, para hacer apología a la definición de cultura, que no es otra
cosa que las preferencias adquiridas y aprendidas por un grupo de personas,
habitantes de regiones con determinada situación geográfica, contexto y
etnia. Finalmente, la transformación de
los comunicadores de intermediarios a mediadores es fundamental para que todo
lo anterior obtenga solidez, y para que
la puesta en escena de sus saberes llegue a ser realmente significativa a todos
los niveles posibles.
jueves, 24 de abril de 2014
¿Y SI YO SOY EL PROBLEMA?
Existencia es lo que nunca es objeto; es el origen a partir del cual yo pienso y actúo, sobre el cual hablo en pasamientos que no son conocimiento de algo: 'existencia' es lo que se refiere y relaciona consigo mismo y, en ello, con su propia trascendencia. (Jaspers, Filosofía)[1]
Años
atrás, un profesor de biología me dijo que un problema no lo es, si no tiene
solución, pero ¿Y si yo soy el problema?
Entonces quizá tengo la solución
en mis manos. Lo cierto es que a lo largo de mi vida me han dicho y he
escuchado cientos de exhortaciones que
apuntan al mismo cuestionamiento. Sin
embargo, creo que la verdadera pregunta es por qué formulamos este
interrogante, y bajo qué condiciones lo hacemos. Generalmente sucede cuando cometemos
errores. Ese fragmento humano consciente
de su existencia como una experiencia de vida que se apoya en la angustia, y
que bajo su manto de auto-conmiseración nos lleva a concluir que fuimos arrojados al mundo, es la causa y el
efecto, precursor de nuestras crisis de
consciencia. Durante este trance crítico
cuestionamos el influjo que ejercemos sobre las condiciones e indagamos
cuidadosamente acerca de qué tanto o qué tan poco entorpecemos determinada
situación o actividad. Si nuestro
comportamiento un día desencadena el rechazo de terceros, y comenzamos a
sentirnos como la pieza que desencaja,
la frustración nos hará preguntarnos: ¿Y si yo soy el problema? Y bajo estas circunstancias lo
mejor será reformular el interrogante, para así establecer cuál es el problema,
y no quién.
Sin
embargo, cuando es indispensable
responder, porque así lo requiere la
ocasión, lo mejor será definir bajo qué contexto se desarrolló (o generó) el problema. Bien podríamos generalizar un poco, y recapacitar: No causé el daño ambiental que
hoy respiro, ni destruí la capa de ozono; no provoqué el hundimiento del
Titanic, ni convencí a Alemania de
atacar a Polonia para que Francia declarara la guerra a los nazis; no causé el
Tsunami que azotó a Japón, o la contratación de los Nule, y mucho menos fui el origen
del reciente temblor cuyo epicentro fue Cúcuta, pero que como daño colateral, se
sintió en Bogotá. Así las cosas, y
solo como un ejercicio sano, cuyo fin
sería recrear un ambiente libre de culpas, podríamos afirmar abiertamente que
al no ser parte activa del problema, de ningún conflicto que degenere el
bienestar social o cultural de nuestro entorno, simplemente no lo somos, y
felizmente concluir diciendo: no soy el
problema. Más, hay algo que sí
debemos poner en consideración, incluso a riesgo de contradecir todo lo antes
escrito, y es que cada uno, como ser independiente tiene control sobre su
propio mundo, y que ese microcosmos, tendrá el poder de afectar directamente a
todo el que decida involucrarse y permanecer cerca. Esto lo comento, porque creo necesario
esclarecer el hecho, y darle valor a la pregunta en términos particulares, tal
y como está formulada: desde el yo, y dirigida al yo. De modo que la respuesta
atañe al yo, aunque pueda traer
repercusiones, no importa si positivas o negativas para algún tercero colado en
nuestra versión de mundo.
[1]
EL EXISTENCIALISMO. La Existencia.
Recuperado el día 2 de marzo de 2012
en: http://filosofia.idoneos.com/index.php/350148
miércoles, 23 de abril de 2014
SANTANDERCITO: UNA BREVE INTRODUCCIÓN
Cómo podría redactarse un texto referente a un lugar específico que prácticamente nadie conoce porque no aparece en el mapa. Puede que fuesen necesarias muchas palabras descriptivas como grande, verde, florido o sinuoso, para que al menos de forma exigua la imagen que pretendemos dibujar párrafo tras párrafo se parezca a la realidad. Esto, claro está, intentando no exagerar en los detalles, y mucho menos reduciéndo la realidad a una mínima expresión poco literaria. Sin embargo, como lo que pretendemos no es que usted, señor lector se quede con lo poco que podamos contarle aquí, buscaremos a continuación animarlo para que goce cada frase, y de paso, sean sembrados en usted los deseos de visitar este pequeño fragmento de Colombia, que por primera, segunda, tercera o cuarta vez, florece ante sus ojos. Permítanos entonces presentarle en algunos párrafos a Santandercito, una pequeña porción de tierra colombiana ubicada muy cerca de Bogotá, que contrario a lo que pensarían todos los que siguen la consigna de "Publicar S.A.", aunque no aparece en las páginas amarillas, sí existe, y pese a no estar dibujada en una convención y con letras pequeñitas en nuestro apreciado mapa, si está reseñada por Internet en Wikipedia, y en alemán.
Por su homófono nombre con otras divisiones políticas del país y por referencia "territorial" o contexto nacional, no sería desatinado inferir para un conocedor de la división política de la nación o para cualquier colombiano habitante de otra zona del país, que Santandercito es un lugar recóndito emplazado en las laderas y valles de cualquiera de nuestros Santanderes. Sin embargo, sería incorrecto geográficamente ya que tanto Santander como Norte de Santander hacen parte del nororiente del país, en la región Andina, mientras que Santandercito se ubica dentro del departamento de Cundinamarca (centro del país), a escasos 90 minutos de Bogotá, nuestra ciudad capital.
Estructuralmente se dibuja como cualquier otro pueblo del país, con un parque central donde se levanta una fuente bastante particular, algunas casas muy coloridas sin estilo arquitectónico específico a su alrededor y una iglesia pequeñita (el colegio está un tanto alejado de este punto de confluencia). Ahora es tiempo de que usted se pregunte ¿Qué lo hace diferente? Para responder a esta pregunta aportaremos a la visión que seguramente comienza a bosquejar mentalmente un dato a nuestro parecer característico y singular: el templo posée un valor agregado. La Iglesia Nuestra Señora del Carmen fue tallada de una ÚNICA piedra gigante que nuestros antepasados indígenas emplearon como "santuario" para la puesta en escena de diversos rituales y sacrificios religiosos, lo que indicaría que su uso "de lugar" (e incluso podríamos hablar de su "memoria urbana) no se ha alterado hasta nuestros días y que por ende, conserva en sus paredes de gélida roca historias grabadas en su ígneo corazón. Ahora es su turno de verificar si en Colombia existe un templo con iguales condiciones o características similares, pero nos adelantaremos al hecho y con gran osadía articularemos un rotundo NO, porque a nuestros ojos éste espacio ceremonial es único. Dicho lo anterior, y por el simple hecho de que no queremos que se entere usted de cada detalle de nuestro amado pueblo por vías escritas u orales daremos fin abruptamente a este relato pues, preferimos que usted mismo verifique con sus propios ojos y el resto de sus sentidos que lo que escribimos es real. Lo invitamos entonces a que recorra el país como en su momento buscó que lo hiciera el programa de promoción turística "vive Colombia, viaja por ella", y encuentre este pueblo perdido en el tiempo y el espacio, para que lo disfrute a sus anchas. Venga a visitarnos. Santandercito se complacerá en hacerlo partícipe de su existencia.
Por su homófono nombre con otras divisiones políticas del país y por referencia "territorial" o contexto nacional, no sería desatinado inferir para un conocedor de la división política de la nación o para cualquier colombiano habitante de otra zona del país, que Santandercito es un lugar recóndito emplazado en las laderas y valles de cualquiera de nuestros Santanderes. Sin embargo, sería incorrecto geográficamente ya que tanto Santander como Norte de Santander hacen parte del nororiente del país, en la región Andina, mientras que Santandercito se ubica dentro del departamento de Cundinamarca (centro del país), a escasos 90 minutos de Bogotá, nuestra ciudad capital.
Estructuralmente se dibuja como cualquier otro pueblo del país, con un parque central donde se levanta una fuente bastante particular, algunas casas muy coloridas sin estilo arquitectónico específico a su alrededor y una iglesia pequeñita (el colegio está un tanto alejado de este punto de confluencia). Ahora es tiempo de que usted se pregunte ¿Qué lo hace diferente? Para responder a esta pregunta aportaremos a la visión que seguramente comienza a bosquejar mentalmente un dato a nuestro parecer característico y singular: el templo posée un valor agregado. La Iglesia Nuestra Señora del Carmen fue tallada de una ÚNICA piedra gigante que nuestros antepasados indígenas emplearon como "santuario" para la puesta en escena de diversos rituales y sacrificios religiosos, lo que indicaría que su uso "de lugar" (e incluso podríamos hablar de su "memoria urbana) no se ha alterado hasta nuestros días y que por ende, conserva en sus paredes de gélida roca historias grabadas en su ígneo corazón. Ahora es su turno de verificar si en Colombia existe un templo con iguales condiciones o características similares, pero nos adelantaremos al hecho y con gran osadía articularemos un rotundo NO, porque a nuestros ojos éste espacio ceremonial es único. Dicho lo anterior, y por el simple hecho de que no queremos que se entere usted de cada detalle de nuestro amado pueblo por vías escritas u orales daremos fin abruptamente a este relato pues, preferimos que usted mismo verifique con sus propios ojos y el resto de sus sentidos que lo que escribimos es real. Lo invitamos entonces a que recorra el país como en su momento buscó que lo hiciera el programa de promoción turística "vive Colombia, viaja por ella", y encuentre este pueblo perdido en el tiempo y el espacio, para que lo disfrute a sus anchas. Venga a visitarnos. Santandercito se complacerá en hacerlo partícipe de su existencia.
martes, 22 de abril de 2014
DE LA AMATISTA GRIEGA, A LA SOBRIEDAD: La experiencia alcohólica desde la perspectiva de una chica abstemia
EL EXCESO DE ALCOHOL ES PERJUDICIAL PARA LA SALUD
LEY 30 DE 1986
(6) Dad la
cerveza al desfallecido, Y el vino a los
de amargo ánimo: (7) Beban, y
olvídense de su necesidad, Y de su miseria no más se acuerden. (Proverbios 31; 6)
Me gustaría fingir tan sólo un
segundo, que todo en la vida es
sencillo, y que gracias a su cualidad simplista se desarrolla
conscientemente. Que los problemas se
resuelven solos, y que por ello no hay necesidad de ahogarlos en el fondo finito de destilados
transparentes, piscos, rones, whiskys, vodkas o cervezas. Pero mis deseos y expectativas se quedan
cortos con respecto a la realidad, y veo con tristeza dipsómanos[1] delirantes, atrapados en las destructivas
garras de aromas frutales y sabores especiados; del etanol transformado en Nepente[2],
libertador de memorias, silenciador de recuerdos.
De vez en cuando me pregunto si la
ilusión de olvido provocada por la embriaguez es suficiente para limpiar el
alma. Si en realidad la cepa del
chardonnay, o tal vez la sutileza de las
almendras maceradas del Amaretto, junto
con el continuo movimiento del líquido, son capaces de recorrer el cuerpo y barrer a
su paso con la angustia, la zozobra y el dolor causados por eventos miserables. Esos sucesos infelices que sumados con la esencia misma del ánimo,
rompen con el status quo, y producen
la inminente necesidad de ingerir jerez,
kirsch u oporto. Así las cosas, supongo
que sería práctico y al mismo tiempo benéfico para nuestra era que los griegos
hubieran tenido razón con respecto a los favores atribuidos a la amatista.
Ellos pensaba que aquel que ingiriera bebidas alcohólicas podría evitar
la borrachera si antes de beber ubicaba metódicamente un fragmento de la piedra
bajo su lengua, considerando dicho cuarzo como un talismán
anti-embriaguez. Sin embargo, no
funcionaba entonces, y si se nos ocurriera hacer lo mismo hoy, tampoco
obtendríamos buenos resultados, sino las mismas horas de desequilibrio
inconsciente, seguidas de lo que comúnmente denominamos guayabo, que no es más
que un minúsculo síndrome de abstinencia sufrido por el organismo durante el
proceso que precede la sed de vino: su lenta desintoxicación.
Fuera del círculo, de pie sobre la
fina línea que ha mantenido toda mi vida
abstemia, y como una simple espectadora me percato de que en el puesto donde la
resaca debería dimitir y dar paso al hombre nuevo, libre de derrotas
autobiográficas y resentimientos, veo cuerpos inspirados por la locura ritual y
el éxtasis de Baco, cuyas funciones
mentales y motrices han sido
depauperadas. Reflejos bajos, confusión,
desinhibición exagerada, balanceos ralentizados y hasta acontecimientos
nefastos llamados eufemísticamente accidentes.
Este estado soporífero se extiende, rompiendo las barreras de la sobriedad y
aletargando al hombre, que sintiéndose
todopoderoso y súper capaz, confunde sus límites y se transforma, cual
versión contemporánea del doctor Jekyll y el señor Hyde, haciendo una
extraña y alicorada apología involuntaria a la metamorfosis tan interesantemente descrita
por Robert Louis Stevenson en 1886, sólo que esta vez, no es mera
ficción.
A manera de cierre debo poner en
consideración mis pensamientos, ya que opino que no importa si denominamos a este período de intoxicación cogorza, moña, tranca, tablón,
turca, curda, juma o jumera, porque al final el resultado será el mismo, y ni
la fantasiosa virtud de la amatista griega, o el seudo control del borrachín producirán
los efectos deseados. Las bondades del néctar etílico son un tanto menores de lo que se cree, ya que
no solo libera al ser normal mediante
una fuerte enajenación inducida, sino que su mayor consecuencia, es la muerte.
[1] Sinónimo
de alcohólico, ebrio, bebedor, borracho.
[2] Se trata de una bebida que los dioses empleaban para curarse las
heridas o aliviar el dolor y que además producía amnesia.
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