martes, 2 de septiembre de 2014

NO SABRÍA CÓMO NOMBRARLO

I
Se que debo intentar reconstruir en palabras lo que siento, pero por alguna razón no existen vocablos que puedan describir mi situación.
Parece que todo anda mal conmigo, en mi vida, al rededor de mi vida y con los míos. No se si sentirme afortunada porque en medio de la dificultad nada me falta, o simplemente frustrada y decepcionada. Supongo que como un buen ser humano que se piensa a si mismo "realista" me inclinaré sin pensarlo dos veces por la segunda.  Aún así, no es lo que quiero ni lo que espero de mi existencia. Prefiero negarme a creer que toda esta imposibilidad revestida de nada es un instante pasajero que no va a definir de ninguna forma mi futuro.
Ya ni siquiera considero que el líquido de mi cuerpo se pueda convertir en lágrimas, y pienso que igual de nada serviría derramar mi dolor en forma de gotas sobre esta nada absoluta y absurda que me tomó por sorpresa un día, y a la que lamentablemente no he sido capaz de derrotar.  De la que de hecho, no he logrado salir.

Mis hermanos sufren en igual o mayor medida que yo, no lo sé, y yo por supuesto sufro por ellos igual que ellos por mi. Sin la posibilidad de ayudarnos mutuamente, lo que nos queda es observar desde la periferia y esperar. Pero esperar es lo peor para mi. En estos años de desierto y desolación no he aprendido mucho acerca de la forma más simple de esperar y ser paciente.
Soy un inmenso mar de confusiones y conflictos internos.

II
 Ayer en cinco segundos mi vida se vovió negra. Creo de hecho que si de una película se tratara mi existencia, toda la luz y el cielo azul sin nubes que había en horas de la tarde en mi "escenario", se habría transformado en una gélida noche; una plétora de grises sin posibilidades de color, y por ende, sin una pizca de luz.

 
III
 La verdad no se de qué se trata este escrito. Supuse que podría comenzar a narrar mis emociones, pero me he percatado de que estoy seca verbalmente.
Mis dedos como siempre, son capaces de seguir la velocidad de mis pensamientos, pero hoy especialmente siento que mi cerebro se nubló.
Tal vez debí hacer caso a mi mamá ayer, cuando en medio de mi dolor punzante y mientras sosteníamos una conversación (debo decirlo, no muy productiva) por teléfono, me dijo: ¡escríbe! y lo repitió dos veces más: ¡escríbe!, ¡escríbe!.
Quisiera tener la certeza de que un día por fin llegue un momento de lucidez y creatividad a mi mente; el momento propicio para que mis angustias se transformen en prosa viva.
o en poesía pura.
No tengo un apego especial por ningún formato de escritura. Mi objetivo al final sería simplemente ser capaz de hilar con coherencia lo que (si tengo suerte) saldría a borbotones de una fuente hasta hoy sin agua que (estoy segura) poseo muy dentro de mi.
Siento la necesidad de hacerlo. Me refiero a continuar sin darle cabida al silencio, haciendo sonar las teclas sin nombre que reposan bajo mis dedos.
Me pregunto cuál es el paso a seguir(?)
Podría hablar de la niña tonta e ingenua que sigo siendo.
del espíritu de adolescente que sufre por amor y entrega todo sin recibir nada a cambio.
de la adulta solitaria y sin rumbo confinada a su propia cárcel, destinada por si misma a permanecer callada mientras sufre en silencio porque la rodea LA NADA.

IV
Cada mañana me pregunto por qué no puedo ser mi mejor versión de mi. Por qué no puedo ejecutar mis sueños, o al menos las acciones que de una u otra forma me acercarían a ellos, a volverlos una realidad. A bajarlos de ese cielo en el que anidan hace tantos años como huevos fríos, sin empollar aún por la falta de alimento y calor.
 
V
El mundo bajo mis pies me muestra a diario la transformación diminuta que surge y todo a mi alrededor es tocado por ella. Sin embargo, el único ser que parece estático en medio de la algarabía de una supuesta metrópolis, soy yo.
En ocasiones sólo puedo pensar en citas tristes y desligadas de su contexto original, de palabras que se convierten en mantras negativos. En borradores virtuales de un dibujo ejecutado por otros sobre mi lienzo.
No espero que alguien pueda entender el transfondo de esta serie de palabras con sólo leerlas.
No creo haber dejado más que un velo casi invisible entre las líneas que han salido expulsadas de mi sistema sin ningún rumbo aparente.
Quisiera ser como aquellos que sonríen mientras ante sus ojos el fragante mundo renace día tras día, pero para mi sus 24 horas se han vuelto un karma sin sosiego.
A diario acompaso al reloj con mi propia voz, tratando de seguir los movimientos circulares del segundero. El resultado por supuesto no varía, al menos no para mi.
Se que los demás danzan con sus problemas y se movilizan dentro de su caos, pero (creo) al menos que se mueven, y que ese movimiento vale la pena.
Me parece que el mayor problema de mi vida en este preciso instante no es otro más que la quietud.
Un ápice de quietud es aceptable y hasta recomendable. Pero cuando las pizcas se convierten de repente en cucharaditas, cucharadas, cuartos de taza y tazas dejan de ser apetecibles.
Grandes cantidades de nada no son exactamente la materia prima que un ser humano quiere utilizar para construir su vida.
A razón de nada escribo, y gracias a la nada vivo en este módulo estático. Un capítulo de mi vida sin nombre que osaré compartir con nadie, creo.
Aún si pretendo que alguien me lea, la probabilidad de que eso suceda es básicamente nula.
he aquí la lista de palabras de esta noche: quietud, nada, nulo.
¡cuánto anhelo que esas palabras se conviertan en sus antónimos!

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