Hace ya casi 4 años, una compañera de la universidad me envió vía WhatsApp una fotografía. Esta imagen (que debo decir, era un tanto borrosa), mostraba a un cachorro monocromático y pequeñito, que se encontraba de pie sobre unas cobijas. Tenía orejas diminutas y ojos grandes. Yo que siempre he sido una persona de perros, sonreí inmediatamente al ver la foto. No porque el perrito fuera lindo en sus inicios (pues he de confesar que pensé que parecía un ratón), sino por el simple hecho de ser un cachorro. La foto venia acompañada de un texto en el que se informaba que alguien, una mujer, le estaba buscando casa. Yo no lo medité. En un arranque reactivo, tecleé: YO LO ADOPTO. Esa frase sello mi relación con Fito, mi perrito.
Esta decisión arrebatada me ha traído felicidad, sin lugar a dudas, pero hoy me encuentro frente a un diagnóstico que estoy segura, ningún propietario de mascotas desea escuchar jamás. Fito padece de EPILEPSIA IDIOPÁTICA, que palabras más, palabras menos es una condición neurológica caracterizada por convulsiones recurrentes y cuyo origen se desconoce. Una horrible enfermedad que no se cura, sólo puede manejarse (esto, si se elige adecuadamente el tratamiento indicado).
Ahora mismo, a pocos 4 meses de haber sido diagnosticado, no hemos logrado encontrar el tratamiento adecuado para disminuir la frecuencia de las convulsiones a un número aceptable, lo que me preocupa bastante, y la razón fundamental por la que me encuentro hoy escribiendo este texto, pues deseo contar mi historia como una forma de catarsis, desahogandome así, de esta maraña emocional que se ha estado formando profundamente en mi, pues, aun si quisiera, no puedo negar que la vida de Fito y todo lo que le ocurra está directamente ligado con mi propia existencia, porque es definitivo, siendo un perro, se ha convertido en mi mejor amigo. Ya hace 9 años un golden retriver me salvó e la soledad y hoy por hoy, Fito es una parte fundamental de mi felicidad.
Estoy convencida (por si para alguien es difícil entender mi predicamento), que como SERES SINTIENTES todos los animales sin excepción merecen la oportunidad de ser atendidos y de que les brindemos dentro de nuestras posibilidades individuales, la mejor opción de vida posible, para que todos sus días sean dignos de ser vividos.
Aquí comienza mi vida con mi mascota: epilepsia canina.